lunes, 9 de noviembre de 2020

La vida inmoral de la pareja idea (2016) - Manolo Caro es un inmoral

Creo que esta sería la tercera producción que veo de este director y sigo sin ver que es lo que le admiran tanto como para tener producciones exitosas en Netflix y en el cine, quizás es su actitud aspiracional la que resulta atractiva para sus fans.

La película nos relata la relación de Lucio y Martina, quienes se vuelven a ver tras 25 años, ambos se siguen amando pero fingen tener parejas realizadas mientras recuerdan todo lo fue su romance adolecente.

Un problema constante con estas películas es precisamente eso, que no hay gran problema más que fabricarse unos de forma artificial. Martina es una maestra de ballet en San Miguel de Allende, está en un pueblito mágico de estética colonial pero que la tienda de chiles y especias de a lado parece un café gourmet gluten free. Vive en una enorme casa donde tiene a nada menos que un escritor como inquilino y hasta se puede dar el lujo de perdonarle un año de renta, así que podríamos decir que le va muy bien. Sin embargo, a pesar de todo eso, no puede dejar de pensar en su amor de adolecente, de alguna forma le tiene que encontrar el “pero” en su vida.

Su reencuentro con el hombre es tan forzado y fingido que uno espera que sea una ilusión rara de la protagonista. De el mientras tanto no sabemos mucho pero podríamos asegurar que también tiene una vida privilegiada, al grado de esperar a sus amigos quienes vienen en jet privado, incluyendo una española embarazada que está dispuesta a ponerse en riesgo con tal de ver una obra de teatro en otro país. Ambos le hacen creer al otro que tienen familias formadas sin motivo más allá de seguir ardidos por no estar juntos, ¿quieres que me encariñe con estos dos Manolo Caro?

Pero bueno para eso está la otra parte de la película, la situada a finales de los ochenta principios de los noventa. Nuestros protagonistas estudian en un colegio privado y religioso pero unisex, con actividades extracurriculares como de escuela estadounidense. Que si no fuese por algunos detalles de vestuario y la música podríamos decir que es 2017. Caro pretende mostrarnos la represión sexual y amorosa por parte de la moral católica, y estoy atónito al ver el tono tan dispar para estas situaciones, en ningún momento existe una tensión para el amor prohibido de estos dos, más allá de unas niñas ardidas por esta relación. 

Relacion que nos quieren vender como el gran amor cuando no es más que sexo, sexo y más sexo. No tengo nada en contra de las escenas sexuales en el cine, de hecho es francamente eso, no me inspiran nada (si me dieran asco al menos les daría el crédito), no es más que un romance de niños calenturientos, no es material de un amor para toda la vida. 

Menos cuando estos dos no tienen quimica y se rehusan a hacer cosas normales de novios, lo único que hacer aparte de tener sexo es tener su fascinación por galerias de desnudos (porque ellos son alternativos), tener gustos músicales que son comerciales a estas alturas, irse a su escondite secreto, y tener interacciones casi abiertas con amigos y familiares, esto es aburrido señores.

Pero al menos la etapa adulta será mejor, pues no, francamente ya no se que prefiero. Es de pena ajena ver a dos individuos cuarentones sin química, sin carisma, forzando chistes y frases para atacarse, ya mejor ni hablar de los personajes de soporte los cuales solo están ahí para las ocurrencias ridículas del director. El fetiche por lo español, insinuaciones de bisexualidad del galán, o el cinismo de auto insertarse como el personaje del escritor fantasma que nadie lo aprecia, y que tiene la gran idea de tomar como base esta “romántica” historia (porque así considera Manolo Caro que es de grandiosa su idea).

La verdadera inmoralidad viene en las supuestas villanas de la historia: Amelia, en la etapa del pasado es la amiga de Martina y tercera en discordia con la parejita, su mayor “maldad” fue revelar el romance entre estos dos, ella junto con la hermana de la protagonista, quien está enamorada de Lucio. Resulta que la primera aunque fuera por ardida denuncia al maestro de ballet por hacer un trío con los adolescentes calenturientos, ojo que estos son menores de edad. Amelia sin embargo, es villanizada por el director y por los protagonistas al grado de convertirla en una política por “tonta” y mocha.

Tras esta revelación ambos muchachos son juzgados por todos como “inmorales” y los separan, de ahí sus amarguras ridículas. Lo más increíble es que a pesar de todos sus estudios, su amplia visión del mundo, sus acercamientos al arte, nunca se pusieron a pensar que estuvieron expuestos al abuso por parte de adultos. Porque no solo fue el maestro, sino también una fotografía de una de estas galerías de desnudos, quien se jacta de promover el amor libre, respetuoso y sin juzgar, pero nunca se puso a pensar en eso cuando tuvo un trío con dos menores de edad (a no ser que ellos fingieron su edad, esto nunca está establecido).

Toda esta inseguridad, la victimización, inmadurez emocional y nunca darse cuenta del abuso se hace en nombre de una leyenda ridícula en pos de idealizar el amor. Un amor, una represión sexual, una maldad, una madurez, tan falsas y absurdas como la disque telenovela que mira la mamá de Martina, o como el talento de Manolo Caro para cualquier cosa realmente.


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