lunes, 9 de noviembre de 2020

Nuevo Orden (2020) - La aburrida y apolítica sugerencia de Michel Franco

Mucho se ha dicho sobre la nueva cinta de Michel Franco, que si es racista, clasista, un gran ejemplo de mensajes reaccionarios, etc. Pero lo que realmente me impresiona es el poco talento que tiene el hombre para concebir correctamente su “idea” (que llamarla trama sería demasiado), especialmente para un filme tan premiado.

La película empieza con la boda de Marianne (lo más cercano a una protagonista que tenemos), una joven blanca y envuelta en varios privilegios, quien interactúa con otra gente en su misma condición socio económica que entre otras cosas, ignora los eventos en las calles de la Ciudad de México: una serie de protestas y revueltas de gente morena y en situación precaria.

El antiguo jardinero de la familia llega en medio de la fiesta para pedirles dinero, puesto que su esposa fue sacada de la clínica pública para atender a protestantes heridos (cosa que no tiene sentido pero okey). Nos muestran a una familia acaudalada que recibe dinero de varias personas para los recién casados y aun así solo logran darle lo que tienen en sus bolsillos por el momento (aunque aún así son cantidades ridículas a tener en efectivo).

Todos los miembros se comportan de forma condescendiente con el hombre, es de mencionar que Franco pretende que nos “encariñamos” con estos personajes por lo que está por ocurrir, pero a la vez no puedo olvidar que tiene que darnos un dejo del “porqué” de estos actos. Marianne en cambio, desea usar su dinero para ayudarlo y aun en contra de su familia decide salirse de su propia fiesta para alcanzarlo, nuevamente no hay motivo del porque ella es distinta a su familia más allá del ser la supuesta protagonista y porque al parecer se necesitaba un motivo para salir de la casa y quedar expuesta.

Es aquí donde inicia toda la acción y la absoluta estupidez. En los primeros planos del filme, Franco nos muestra tomas de los resultados de la protesta; cuerpos muertos (algunos desnudos) cubiertos en pintura verde, pintura verde en las paredes, pintura verde en el vitral de la boutique de novias donde Marianne se compra su vestido. Es tanto el desagrado al verde que en la boda cuando llega una invitada manchada con pintura, todos la miran como si tuviera lepra mientras que uno se pone a pensar porque harían una boda en tan crítica situación, pero supongo que al ver los recientes casos de ricos teniendo fiestas en plena cuarentena no debería sorprendernos.

Finalmente los “pobres” (caracterizados como viles zombies) se acercan a la fiesta y arremeten contra los invitados. Las empleadas domésticas, meseros y guardaespaldas los traicionan robando sus pertenencias desde celulares hasta cajas de pañuelos, de una forma tan calculada que todo parecía planeado. 

Michel Franco asegura que su filme es apolítico, que su única meta es un mensaje de unión y que la violencia no es la respuesta. Pero en realidad lo que está representando no es más que un miedo a la posibilidad de que los grupos oprimidos tomen represalias violentas hacia la minoría privilegiada. Lo cual no solo cae en lecturas raci-clasistas, sino que desafía cualquier veracidad de cómo funciona la sociedad moderna. Franco usa el color verde como el simbolo del salvajismo proletariado, precisamente el color que ha sido relacionado con el movimiento feminista, el cual hasta el día de hoy su único “pecado” ha sido pintar el Ángel de la Independencia y aventar brillantina a autoridades. 

Lo increíble de su apolítica trama es que todos su personajes son nulos de caracterizaciones, no son personas, son representaciones de ideas o más bien miedos (si fuese un buen cineasta esto daría algo más digno de mirar). Los personajes racializados solo tienen dos propósitos: ser monstruos que solo pueden ejercer sus peticiones a través de la violencia, en sus protestas vemos la palabra “justicia” pero ¿justicia para qué/quién/quiénes?

La visión de Franco es tan infantil y limitada como para darle una voz a estos protestantes o tan siquiera un nombre, lo que hay detrás de sus quejas, porque están marchando con pintura de ese color en especifico, cual fue el punto de quiebre que hizo que su protesta se tornó agresiva, etc. Para el director esto nos es de importancia, lo importante es que comenzaron a actuar y hay que detenerlos (hasta en la radio se preguntan porque los militares no hacen nada).

Los otros personajes que tal parece que sí tienen nombre (a pesar de que no lo recuerdo) pero solo eso, su único propósito es cuidar y servir al personaje blanco. Por sus expresiones sabemos que no están de acuerdo con lo que sucede, pero no los escuchamos. Franco se rehúsa a dejar que estos personajes hablen lo que piensan y sienten sobre lo que viven, se que suena ridícula mi petición para un medio audiovisual, pero la pasividad excesiva parece ser el fetiche de los directores blancos.

¿Porqué el joven y su madre quieren proteger a Marianne más allá de ser su patrona buena onda?, ¿son amigos?, o ¿sencillamente no están de acuerdo con las formas de actuar de los protestantes?, ¿estarán de acuerdo con lo que protestan? Para Franco esto tampoco es importante ya que responder estas preguntas no solo los volvería personajes en primer lugar, sino que irónicamente podría proporcionarnos un motivo para humanizar las protestas, obvio esa no es su meta.

Pero no crean que a los personajes blancos y ricos si les da un buen desarrollo, todo lo contrario, ni siquiera son precisamente antagónicos. Son símbolos del status quo al que hay que preservar; una fiesta llena de gente linda, de piel clara portando ropa aparentemente cara, celebrando lo que es básicamente el inicio de una nueva familia. Incluso el director se atreve a matar a la cuñada de la protagonista quien estaba embarazada en un hermoso plano de ella con un disparo en el vientre, seguido de la madre asesinada en su closet.

Nota aparte, aquí es la única vez donde vemos niños, dos niñas blancas y lindas en vestidos coloridos quienes se retiran de la fiesta y después no sabemos qué les ocurrió (sería el colmo mostrar que las matan). De ahí en adelante los infantes no existen, las preocupaciones de los niños racializados que podían jugar en las calles o ir a la escuela desaparecen para el realizador.

Por último está Marianne quien seguramente será el único personaje con una personalidad medianamente establecida, error nuevamente. No es más que un objeto al que le suceden cosas, no nos explican porque quiere ayudar al jardinero (que para este punto deja de importar al grado que el director prefiere matarlo), al parecer tiene problemas con las relaciones públicas de su padre ¿por qué?, pues es la protagonista y ya, aunque no veamos estas dudas salir más adelante. Cuando es expuesta a las protestas y llega a la casa de su empleados, pretenden que nos traguemos su generosidad y amistad entre personas con las que interactúa quizás por primera vez (al menos en el filme). E increíblemente no conversa con nadie de los presentes sobre lo que sucede afuera, como lo haría cualquier persona, solo vemos los medios masivos repetir una y otra vez los destrozos de la ciudad y las posibles pérdidas. Que desde la fotografía el director nos ilustra que es más importante la tienda de Louis Button que los montones de cadáveres sin rostro definido.

De ahí pasamos a lo preocupante de todo esto, la nula capacidad de Franco para crear verosimilitud en su absurda revolución. En la segunda parte del filme deja de lado la posible lucha de clases para comenzar una crítica a la militarización (ojo que él insiste que todo esto es apolítico). De forma muy confusa se nos establecen dos grupos militares, el gubernamental que hace retenes, toques de queda, hasta permisos para empleo en las zonas marginadas donde no sólo les aportan credenciales digitales, sino que les brindan servicio de transporte limpio y reservado. La diferencia de clases aún existe, los ricos y privilegiados fuera de funerales múltiples, siguen con sus vides frívolas de siempre, no parecen tener un cambio ni para bien ni para mal, mientras que los desfavorecidos tienen pocos recursos y restricciones. 

Por otro lado tenemos a un grupo militar de procedencia desconocida que se encarga de secuestrar personas (blancas) de familias acaudaladas para pedir rescates, ahí es donde termina Marianne. En un país como México donde la muerte de hijos de empresarios, políticos, y estudiantes provenientes de escuelas costosas provocan conmoción nacional, resulta risible que un grupo que tenga más de cincuenta personas de familias privilegiadas, incluyendo extranjeros, parezca no ser de vital importancia para el país, hasta que se “descubre”. Que mal que Michel nunca tomó en cuenta el efecto de las redes sociales en una crisis como esta, supongo que sería mucho trabajo después de todo lo que ha invertido en su tesis.

Es aqui donde Marianne es objeto de otro miedo del director, el abuso inflijido por parte de los “salvajes”, desde una violación masiva tanto a hombres como a mujeres, donde la protagonista esta tan innexpresiva aceptando su destino, hasta el hecho que los secuestradores graben todos sus actos ¿para qué?, ¿subirlos a internet? Es tanto el miedo a los cuestionamientos de clase, a los memes de guillotinar a los ricos (eat the rich), que Franco de verdad piensa que el proletariado estará de acuerdo con literalmente matar, violar y secuestrar a gente solo por ser rica.

Lo más extraño son las maneras tan rebuscadas que crea este grupo para conseguir dinero. En un punto usan al joven y la madre anteriormente mencionados para que estos le pidan directamente el dinero a sus patrones; en un final de lo más anticlimático, los militares se deshacen de los secuestradores quemandolos, matan a la protagonista sin motivo alguno y ahorcan a la pobre empleada quien solo quería ayudar.

Pues si en algo le doy la razón a Franco es que el filme sí podría ser considerado apolítico, porque no aporta nada a la conversación. Su guión es demasiado cobarde como para discutir o transmitir una idea más allá de “no hay que dividirnos, hay que unirnos”. No menciona nombres, no propone soluciones, puntos de vista, censura a todos sus personajes quienes solo reaccionan, reaccionan, reaccionan y sufren, como si eso fuese suficiente para crearnos empatía. Su lenguaje es tan superficial como todas las problemáticas, lecturas y simbolismos que usa, pues solo dice obviedades pero prefiere no profundizar. Que ya no digamos que le darían la oportunidad de dar un comentario social al menos sólido, sino que sencillamente le permitirían desarrollar una narrativa competente en primer lugar.

Crítica subida también en : https://letterboxd.com/pingodapinguin/film/new-order-2020/

La vida inmoral de la pareja idea (2016) - Manolo Caro es un inmoral

Creo que esta sería la tercera producción que veo de este director y sigo sin ver que es lo que le admiran tanto como para tener producciones exitosas en Netflix y en el cine, quizás es su actitud aspiracional la que resulta atractiva para sus fans.

La película nos relata la relación de Lucio y Martina, quienes se vuelven a ver tras 25 años, ambos se siguen amando pero fingen tener parejas realizadas mientras recuerdan todo lo fue su romance adolecente.

Un problema constante con estas películas es precisamente eso, que no hay gran problema más que fabricarse unos de forma artificial. Martina es una maestra de ballet en San Miguel de Allende, está en un pueblito mágico de estética colonial pero que la tienda de chiles y especias de a lado parece un café gourmet gluten free. Vive en una enorme casa donde tiene a nada menos que un escritor como inquilino y hasta se puede dar el lujo de perdonarle un año de renta, así que podríamos decir que le va muy bien. Sin embargo, a pesar de todo eso, no puede dejar de pensar en su amor de adolecente, de alguna forma le tiene que encontrar el “pero” en su vida.

Su reencuentro con el hombre es tan forzado y fingido que uno espera que sea una ilusión rara de la protagonista. De el mientras tanto no sabemos mucho pero podríamos asegurar que también tiene una vida privilegiada, al grado de esperar a sus amigos quienes vienen en jet privado, incluyendo una española embarazada que está dispuesta a ponerse en riesgo con tal de ver una obra de teatro en otro país. Ambos le hacen creer al otro que tienen familias formadas sin motivo más allá de seguir ardidos por no estar juntos, ¿quieres que me encariñe con estos dos Manolo Caro?

Pero bueno para eso está la otra parte de la película, la situada a finales de los ochenta principios de los noventa. Nuestros protagonistas estudian en un colegio privado y religioso pero unisex, con actividades extracurriculares como de escuela estadounidense. Que si no fuese por algunos detalles de vestuario y la música podríamos decir que es 2017. Caro pretende mostrarnos la represión sexual y amorosa por parte de la moral católica, y estoy atónito al ver el tono tan dispar para estas situaciones, en ningún momento existe una tensión para el amor prohibido de estos dos, más allá de unas niñas ardidas por esta relación. 

Relacion que nos quieren vender como el gran amor cuando no es más que sexo, sexo y más sexo. No tengo nada en contra de las escenas sexuales en el cine, de hecho es francamente eso, no me inspiran nada (si me dieran asco al menos les daría el crédito), no es más que un romance de niños calenturientos, no es material de un amor para toda la vida. 

Menos cuando estos dos no tienen quimica y se rehusan a hacer cosas normales de novios, lo único que hacer aparte de tener sexo es tener su fascinación por galerias de desnudos (porque ellos son alternativos), tener gustos músicales que son comerciales a estas alturas, irse a su escondite secreto, y tener interacciones casi abiertas con amigos y familiares, esto es aburrido señores.

Pero al menos la etapa adulta será mejor, pues no, francamente ya no se que prefiero. Es de pena ajena ver a dos individuos cuarentones sin química, sin carisma, forzando chistes y frases para atacarse, ya mejor ni hablar de los personajes de soporte los cuales solo están ahí para las ocurrencias ridículas del director. El fetiche por lo español, insinuaciones de bisexualidad del galán, o el cinismo de auto insertarse como el personaje del escritor fantasma que nadie lo aprecia, y que tiene la gran idea de tomar como base esta “romántica” historia (porque así considera Manolo Caro que es de grandiosa su idea).

La verdadera inmoralidad viene en las supuestas villanas de la historia: Amelia, en la etapa del pasado es la amiga de Martina y tercera en discordia con la parejita, su mayor “maldad” fue revelar el romance entre estos dos, ella junto con la hermana de la protagonista, quien está enamorada de Lucio. Resulta que la primera aunque fuera por ardida denuncia al maestro de ballet por hacer un trío con los adolescentes calenturientos, ojo que estos son menores de edad. Amelia sin embargo, es villanizada por el director y por los protagonistas al grado de convertirla en una política por “tonta” y mocha.

Tras esta revelación ambos muchachos son juzgados por todos como “inmorales” y los separan, de ahí sus amarguras ridículas. Lo más increíble es que a pesar de todos sus estudios, su amplia visión del mundo, sus acercamientos al arte, nunca se pusieron a pensar que estuvieron expuestos al abuso por parte de adultos. Porque no solo fue el maestro, sino también una fotografía de una de estas galerías de desnudos, quien se jacta de promover el amor libre, respetuoso y sin juzgar, pero nunca se puso a pensar en eso cuando tuvo un trío con dos menores de edad (a no ser que ellos fingieron su edad, esto nunca está establecido).

Toda esta inseguridad, la victimización, inmadurez emocional y nunca darse cuenta del abuso se hace en nombre de una leyenda ridícula en pos de idealizar el amor. Un amor, una represión sexual, una maldad, una madurez, tan falsas y absurdas como la disque telenovela que mira la mamá de Martina, o como el talento de Manolo Caro para cualquier cosa realmente.


Nuevo Orden (2020) - La aburrida y apolítica sugerencia de Michel Franco

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