lunes, 28 de octubre de 2019

Chicuariotes (2019)


Se entiende que uno esté cansado de las películas románticas protagonizada por gente que odia la televisión a pesar que de ahí vinieron y terminan por hacer cosas aún peores. Así que me imagino que por eso se aprecio de más el reciente filme de Gael García.

Sin embargo, el hecho de no ser otra comedia posiblemente sea su única virtud porque de ahi en fuera estamos ante un producto que de principio a fin no termina por decidir que es. Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal) son un par de muchachos quienes sufren por todos los estratos de la pobreza, pierden un arma y buscan la manera de recuperarla... y nada más.

Un grave problema es que no tenemos trama en sí, sino más bien una anécdota curiosa y algo surrealista (o es lo que pretendía el director), o eso parece porque las situaciones son tan exageradas y mostradas con tan poca sutileza que parece teatro callejero más que un retrato de la realidad. Desde el protagonista que se dirige a una locación solo para que su padre de la nada lo golpee, el vagabundo que quiere violar una menor para intensificar más el drama de un linchamiento, hasta el mismo padre matando un guajolote (pavo) salpicando de sangre a su mujer (para nada una referencia a la gallina en Los Olvidados de Buñuel).

Si las situaciones parecen sacadas de manga, las actuaciones no ayudan para alejarse de un tratamiento melodramático. Todos los actores muestran un tono sobreactuado para sus ya de por sí unidimensionales personajes; las groserías y los modismos son forzados, varios estan en tonos distintos. Por supuesto, Gael García no se pudo resistir a mostrar que es un “director serio” al contratar a algunos no-actores quienes como siempre se les nota lo pésimo que están dirigidos. Encima el audio estaba tan mal tratado que todos parecían estar doblando sus líneas en una cabina que actuando en locación. 

Y ese final... bueno regresando un poco a Los Olvidados, de la que muchos la han comparado, la fuerza de ese filme se centra en sus personajes, cada uno representando los vicios de la sociedad mexicana, sumamente alejada de los estereotipos idealizados en las películas de Pedro Infante. En Chicuariotes, en pleno 2019, la gran mayoría son clichés: el padre violento, la hermana sexualmente activa, el hermano gay, el adulto conservador pero hipócrita (?), el vagabundo pervertido, el amigo introvertido, etc. Ninguno es particularmente interesante, ninguno aporta nada al conflicto central del protagonista (cosa contraria el filme de Buñuel), es más, ¿el prota tiene conflicto?

Cierto el roba el arma de su papá para usarlo en asaltos, el carnicero se la quita y este secuestra al hijo de este para recuperarla. Pero todo es conflicto externo, el interno está demasiado ambiguo que incluso diríamos que es inexistente y para un filme de crítica social, uno esperaría una propuesta vanguardista para que el personaje se mantenga estático. 


Pero no, todo concluye en el cliché del final abierto, donde el protagonista contempla el fuego, ¿una representación de su actitud destructiva?, no lo sé y francamente tampoco importa. Gael como buen niño rico con recurso público hizo otra película para europeos y el resto, hambrientos por un cine diferente se lo compraron, en realidad no es nada nuevo.

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